domingo, 16 de enero de 2011

Guerra de las trincheras

El primer desarrollo crítico para la aparición de la guerra de trincheras fue la introducción de los ejércitos de reclutamiento masivo, que aparecieron en la Revolución francesa y en las Guerras Napoleónicas. Antes de esto, los ejércitos consistían en un pequeño número de tropas que eran incapaces de defender un amplio territorio durante mucho tiempo. Las batallas eran breves, o degeneraban en guerras de asedio. La aparición de los grandes ejércitos hizo mucho más difícil que uno pudiese sobrepasar el flanco del otro, aunque todavía podía conseguirse, mediante cargas de caballería e infantería, que uno de ellos acabase rompiendo la formación del otro a través de un asalto directo. Un ejemplo de línea militar fortificada que se alargaba durante muchos kilómetros eran las líneas de Torres Vedras (1810), construidas por los portugueses bajo la dirección de los Ingenieros de la Armada Británica, durante la guerra contra Napoleón Bonaparte.

Lo que hizo que esta táctica fuese cada vez más suicida fue el desarrollo de armas de fuego cada vez de mayor poder a mediados del siglo XIX. Cuando comenzó la Guerra Civil Estadounidense, en 1861, se luchó con las mismas tácticas utilizadas en la era de Napoleón y durante siglos antes. Cuando la guerra llegaba a su sangriento final en 1865, se había convertido en un previo de la Primera Guerra Mundial, con trincheras, ametralladoras, fortificaciones de campo y bajas masivas. La batalla de Petersburg, cercana al final de la guerra, con sus trincheras y formaciones estáticas, contrasta con las primeras batallas, como la primera batalla de Bull Run, en donde las maniobras todavía eran posibles. Las famosas cargas de caballería, como la carga de Pickett en la batalla de Gettysburg, demostraron la inutilidad de un asalto directo contra una línea enemiga bien colocada.

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